Desde fines del siglo XIX se impuso la explicación sistemática de Wellhausen. Basándose en indicios covergentes: variedad de nombres divinos, duplicados, incoherencias, detalles formales, tendencias, logró separar y repartir el Pentateuco en cuatro fuentes o documentos que llamó Yavista (J), Elohísta (E), Deuteronomio (D), Sacerdotal (P); la siglas provienen de los nombres alemanes. Un redactor o varios sucesivos trenzaron los hilos y combinaron bloques para formar el Pentateuco actual.
El análisis de Wellhausen demostró su acierto a lo largo del tiempo; su hipótesis conserva validez, con notables correcciones y complementos. Correcciones:
a) Se niega la existencia de (E) como documento autónomo y se atribuyen sus supuestos materiales a adiciones o suplementos.
b) Por subdivisión en documentos menores, con otros nombres o siglas: p. ej. el P de base, el J1 y J2, el Laical (L), o Nomádico (N). Estos han tenido menos fortuna.
c) Remontándose en el tiempo: más que documentos, los cuatro propuestos son elaboraciones de tradiciones plurales más antiguas.
d) Dando un paso más se aíslan bloques temáticos y se estudia su transmisión oral, hasta casi perder de vista los supuestos documentos.
e) O bien, supuesto un texto original, se rastrea el proceso de su adaptación y transformación hasta la forma última; se identifican los responsables de cada etapa de acuerdo con sus criterios. Así llega un momento en que el Yavista, para algunos investigadores, deja de existir, mientras que otros reducen seriamente su aportación.
En línea paralela trabajan los que estudian los componentes del Pentateuco como textos literarios. Aquí cabe distinguir:
a) La actividad de clasificar por tipos, propia de la escuela de Gunkel;
b) El estudio del arte narrativo, en procedimientos recurrentes y en rasgos individuales; tendencia reciente en el campo bíblico. De la clasificación por tipos y subtipos se deducen consecuencias para la interpretación.
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