Cuadros paralelos o en contraste. Réplicas o imitaciones de episodios del Éxodo: idolatría (25), maná (11), agua (20), rebeliones del pueblo e intercesiones (13-14). Inclusiones (27 con 36). Enumeraciones regulares. Serie numéricas.
Concepción: Si bien este libro recoge relatos y leyes más antiguos, la opinión común es que el libro que hoy leemos se escribe en la tierra, después del destierro. La situación se proyecta artificiosamente y modela con mayor o menor energía la redacción en el desierto en tiempo de Moisés.
Si se tratara simplemente de escribir historia o historias, el autor se habría contentado con las tradiciones legendarias, o habría inventado verdaderos relatos ambientados en la época y lugar correspondientes. En vez de eso, coloca en el desierto una organización de Judá y Jerusalén, reducida a esquema riguroso. El procedimiento produce una especie de contagio mutuo: el desierto toma el aspecto de un estado centralizado, bien organizado, bajo el mando supremo de Moisés, pero administrado por una clase levítica y sacerdotal. Correlativamente, la vida en la patria conserva cierta condición itinerante, porque el libro relativiza y condiciona la posesión (cfr. Dt 8); hace presente la experiencia no remota del destierro, quizá piensa en la diáspora, que completa el número de Israel y se halla en camino. Los judíos forman una comunidad sin rey ni independencia nacional: la gobiernan y administran los sacerdotes, ateniéndose a normas dictadas antaño por Moisés.
Para los capítulos organizativos, se puede completar el libro con Ez 40-48.
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