501José se echó sobre él llorando y besándole. 2Después ordenó a los médicos de su servicio que embalsamaran a su padre, y los médicos embalsamaron a Israel. 3Les llevó cuarenta días, que es lo que suele llevar el embalsamar, y los egipcios le guardaron luto setenta días. 4Pasados los días del duelo, dijo José a los cortesanos del Faraón:
-Si he alcanzado vuestro favor, decidle personalmente al faraón (de mi parte): 5"Mi padre me hizo jurar: cuando muera, me enterrarás en el sepulcro que me hice en Canaán. Ahora, pues, déjame subir a enterrar a mi padre, y después volveré".
6Contestó el Faraón:
-Sube y entierra a tu padre, como lo has jurado.
7Cuando José subió a enterrar a su padre, lo acompañaron los ministros del Faraón, los ancianos de la corte y los concejales de los pueblos, 8y toda su familia, sus hermanos, la familia de su padre; sólo quedaron en Gosén los niños, las ovejas y las vacas. 9Subieron también carros y jinetes, y la caravana era inmensa.
10Llegados a Goren Ha-atad*, al otro lado del Jordán, hicieron un funeral solmene y magnífico, y le hicieron duelo siete días.
11Viendo los cananeos que habitaban el país el funeral de Goren Ha-atad comentaron:
-El funeral de los egipcios es solemne.
Por eso llamaron el lugar "Duelo de Egipcios" (está al otro lado del Jordán).
12Sus hijos cumplieron lo que les había mandado: 13lo llevaron a Canaán, lo enterraron en la cueva del campo de Macpela, frente a Mambré, el campo que Abrahán había comprado a Efrón, el hitita, como sepulcro en propiedad.
14Volvieron a Egipto José con sus hermanos y con los que lo habían acompañado a enterrar a su padre una vez que lo hubieron enterrado.
15Al ver los hermanos de José que su padre había muerto, se dijeron:
-A ver si José nos guarda rencor y quiere pagarnos el mal que le hicimos.
16Y enviaron un mensaje a José:
-Antes de morir, tu padre nos mandó 17que te dijéramos: "Perdona a tus hermanos su crimen y su pecado y el mal que te hicieron". Por tanto, perdona el crimen de los siervos del Dios de tu padre.
José, al oírlo, se echó a llorar. 18Entonces vinieron sus hermanos, se echaron al suelo ante él y le dijeron:
-Aquí nos tienes, somos tus siervos.
19José les respondió:
-No temáis. ¿Ocupo yo el puesto de Dios? 20Vosotros intentasteis hacerme mal, Dios intentaba convertirlo en bien, conservando así la vida a una multitud, como somos hoy. 21Por tanto, no temáis. Yo os mantendré a vosotros y a vuestros niños.
Y los consoló llegándoles al corazón.
Muerte de José
José vivió en Egipto con la familia de su padre y cumplió ciento diez años; 23llegó a conocer a los hijos de Efraín hasta la tercera generación, y también a los hijos de Maquir, hijo de Manasés, y se los puso en el regazo.
24José dijo a sus hermanos:
-Yo voy a morir. Dios se ocupará de vosotros y os llevará de esta tierra a la tierra que prometió a Abrahán, Isaac y Jacob.
23Y los hizo jurar:
-Cuando Dios se ocupe de vosotros, os llevaréis mis huesos de aquí.
26José murió a los ciento diez años de edad. Lo embalsamaron y lo metieron en un sarcófago en Egipto.
Explicación.
50,1-14 El autor ha querido entonar un homenaje fúnebre al tercer patriarca, el que da nombre al pueblo de Israel. Lo embalsaman al estilo egipcio, le hacen duelo dos días menos que al Faraón, una comitiva inmensa lo transporta, el duelo se despide con siete días de funerales, y los hijos lo entierran en el sepulcro patriarcal, primera propiedad en la tierra prometida.
50,5 Gn 47,30s.
50,10-11 Juego de palabras: ´ebel = duelo, ´abel = campo.
50,10 * Era del Cardo.
50,12 Gn 23.
50,15-21 Después de la muerte de Jacob, esta escena suena como epílogo añadido. Retorna el tema de la hermandad, pero el autor del libro parece contemplar un horizonte más ancho. Más que la historia de unos hermanos, más que el itinerario de un patriarca, se dilata el arco que va del primer capítulo al último del Génesis.
El padre aglutinaba a los hermanos y los mantenía unidos. Por respeto a su persona unas cosas se hicieron y otras se evitaron. Ahora que falta él, ¿rebrotarán los recuerdos amargos, se avivará un rencor encubierto y no apagado? Aunque hubo reconciliación, los culpables no han superado del todo su sentimiento de culpabilidad. Una memoria arrinconada se alza como fantasma a favor de la oscuridad para pasearse y atemorizar las conciencias. Porque, cuando la culpa es colectiva, cuando la complicidad ha ligado a varios en su maldición, el recuerdo puede brotar en cualquier punto del círculo y propagarse sin lagunas. Deshacer lo hecho es imposible, excusarse de ello no se justifica. Como dependen de José para la residencia y alimento, así dependen de su perdón para la tranquilidad del espíritu. El perdón no formulado, simplemente transmitido en un beso, fue sincero: ¿fue también definitivo? La incertidumbre desazona a veces más que la certeza.
Cuando la situación de incertidumbre se hace insostenible y antes de que sea demasiado tarde, los hermanos envían un mensaje a José y después se presentan a él. Se aduce un nuevo dato: el padre, antes de morir, había recomendado a todos la unión, a José el perdón.
50,15 Gn 27,41; 1 Sm 24,18.
50,17 Es la quinta vez que llora. Llora por la preocupación y el miedo de los hermanos, llora viendo que lo consideran capaz de guardar rencor, por el recuerdo de su padre.
50,18 Gn 37,7.9.
50,19-21 José responde con la fórmula clásica "no temáis". Añade que no usurpa el puesto a Dios. No soy Dios, para recibir vuestro homenaje, para reservarme la venganza, para disponer de la vida y la muerte, para dirigir el curso de los acontecimientos, para anular la reconciliación. Soy hombre como vosotros ante Dios. Es él quien controló desde el comienzo el curso de la historia. Incluso la traición fraterna quedó engranada en el proceso empujándolo hacia el desenlace. El designio de Dios es la vida, y nosotros somos el testimonio vivo. Después del llanto y por él, es capaz de consolar a sus hermanos (cfr. 2 Cor 1,4).
Conclusión.
Podemos ahora mirar hacia atrás y abarcar un ancho arco narrativo. Al principio de la creación vio Dios que todo era muy bueno. Penetró el mal, por el mal la muerte, el fratricidio. Interviene Dios, evita el mal extremo, hace que se vaya imponiendo el bien. A partir de Abrán, aunque continúa la hostilidad y rivalidad, va triunfando trabajosamente el bien. La tensión entre Abrán y Lot se compone pacíficamente, la ruptura de Jacob y Esaú se sana, José abraza a sus hermanos. Al final, incluso el mal se pone al servicio del bien. Tal es el designio y el poder de Dios. Palabra de consuelo dirigida al corazón de todos los lectores.
50,23 Gn 30,3.
50,24 Las últimas palabras de José son una profecía del éxodo, ligándolo a la historia patriarcal.
50,25 El cumplimiento se lee en Ex 13,19 y Jos 24,32.