Partos
121El Señor habló a Moisés:
2-Di a los israelitas: Cuando una mujer conciba y dé a luz un hijo, quedará impura durante siete días, como en la impureza por menstruación. 3El octavo día circuncidarán al hijo, 4y ella pasará treinta y tres días purificando su sangre: no tocará cosa santa ni entrará en el templo hasta terminar los días de su purificación.
5<<Si da a luz una hija, quedará impura durante dos semanas, como en la menstruación, y pasará sesenta y seis días purificando su sangre. 6Al terminar los días de su purificación -por hijo o por hija-, llevará al sacerdote, a la entrada de la tienda del encuentro, un cordero añal en holocausto y un pichón o una tórtola en sacrificio expiatorio. 7El sacerdote los ofrecerá al Señor, hará la expiación por ella y quedará purificada del flujo de su sangre.
>>Esta es la ley sobre la mujer que da a luz un hijo o una hija. 8Si no tiene medios para comprarse un cordero, que tome dos tórtolas o dos pichones: uno para el holocausto y el otro para el sacrificio expiatorio. El sacerdote hará la expiación por ella, y quedará pura.
Explicación.
12 Dar a luz es acontecimiento capital, que también recibe ordenación sacra. La impureza de la madre es temporal y está referid a la participación en el culto. De nuevo debemos decir que el autor no intenta proponer reglas higiénicas, a favor de la mujer o a favor del hombre que ha dado a luz. Nada más dice, en un tono neutral, que en tal situación y por tanto tiempo la mujer no puede participar en el culto. Como se dice algo semejante del hombre (Ex 19,15; 1 Sm 21,5-6).
Con todo, este capítulo, junto con la sección femenina del cap. 15 provoca en nosotros estupor y preguntas ( y más aún entre feministas). Si el Señor es el Dios de la vida, ¿por qué no considerar sacro ese momento de exaltación de la vida? Y si la cautela, a favor de ella o de él, recomienda un compás de espera, ¿por qué hay que "expiar"?, ¿por qué la diferencia entre niño y niña?
Como el autor no razona el precepto, los comentaristas buscan en otras culturas. Aducen usos semejantes en otras culturas. Aprecian una defensa de la mujer frente a la pasión del marido. O descubren el pavor del hombre frente al mundo ignoto de la fecundidad (cfr. el nombre Eva según Gn 3,20). La sangre entraña algo de magnífico y terrible. El hecho es que las dos normas combinadas alejan del culto a la mujer buena parte del año.
Cuando se menciona la maternidad en relatos bíblicos, no aparece en vigor esta ley. P. ej. Ana, madre de Samuel; en clave poética, véanse los festejos de Is 66,10.
12,2 Lc 2,21s.
12,3 La circuncisión, originariamente rito de pubertad o prematrimonial, se transforma entre los hebreos en rito de pertenencia al Señor y a su pueblo.
12,6 Esto significa una participación activa en el culto, como oferente (no le toca al marido).
12,7 En textos precedentes la expiación traía el perdón de Dios (cap. 4-5); aquí trae la purificación de un estado no culpable. En ambos casos se habla de "expiación". Pero sin transgresión, ni siquiera por inadvertencia.
12,8 Es la oferta de María según Lc 2,24.
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