Primeros sacrificios públicos
91El día octavo Moisés llamó a Aarón, a sus hijos y al senado de Israel. 2Y dijo a Aarón:
-Toma un novillo para el sacrificio expiatorio y un carnero para el holocausto, ambos sin defecto, y ofrécelos en presencia del Señor. 3Y di a los israelitas: "Tomad un macho cabrío para el sacrificio expiatorio, un novillo y un cordero añales y sin defecto, para el holocausto; 4un toro y un carnero para el sacrificio de comunión (que sacrificaréis en presencia del Señor), y una ofrenda con aceite, porque hoy el Señor se os mostrará".
5Llevaron ante la tienda del encuentro lo que Moisés había mandado, y acercándose toda la comunidad, se colocó ante el Señor.
6Moisés les dijo:
-Cumplid cuanto el Señor ha ordenado, y se os mostrará su gloria.
7Después dijo a Aarón:
-Acércate al altar a ofrecer tu sacrificio expiatorio y tu holocausto. Expía así por ti y por el pueblo, presenta luego la oferta del pueblo y expía por él, como el Señor ha ordenado.
8Aarón se acercó al altar y degolló el novillo de su sacrificio expiatorio. 9Los aaronitas le acercaron la sangre, y él, mojando un dedo en ella, untó los salientes del altar. Después derramó la sangre al pie del mismo altar. 120Dejó quemarse sobre el altar la grasa, los riñones y el lóbulo del hígado de la víctima, como el Señor se lo había ordenado a Moisés. 11La carne y la piel las quemó fuera del campamento. 12Después degolló la víctima del holocausto, los aaronitas le acercaron la sangre y él roció el altar por todos los lados. 13Le acercaron la víctima descuartizada y la cabeza, y Aarón las dejó quemarse sobre el altar. 14Lavó las vísceras y patas y las dejó quemarse sobre el holocausto, sobre el altar.
15Aarón tomó el macho cabrío, víctima expiatoria del pueblo, y lo degolló en sacrificio expiatorio, igual que el primer macho cabrío. 16Ofreció el holocausto según el ritual. 17Hizo la ofrenda. Y tomando un puñado de ella, lo dejó quemarse sobre el altar (además de la ofrenda que acompaña el holocausto matutino). 18Degolló el toro y el carnero del sacrificio de comunión del pueblo, los aaronitas le acercaron la sangre y él roció el altar por todos los lados. 19La grasa del toro y del carnero, la cola, la grasa que envuelve las vísceras, los dos riñones con su grasa y el lóbulo del hígado, 20los puso junto a la grasa del pecho y lo dejó quemarse sobre el altar. 21El pecho y la pierna derecha los agitó ritualmente en presencia del Señor, como Moisés lo había ordenado.
Bendición (Nm 6,22-26)
22Aarón, alzando las manos sobre el pueblo, lo bendijo, y después de haber ofrecido el sacrificio expiatorio, el holocausto y el sacrificio de comunión, bajó.
23Aarón y Moisés entraron en la tienda del encuentro. Cuando salieron bendijeron al pueblo. Y la gloria del Señor se mostró a todo el pueblo. 24De la presencia del Señor salió fuego que devoró el holocausto y la grasa. Al verlo, el pueblo aclamó y cayó rostro a tierra.
Explicación.
9 Concluido el rito de consagración y la semana "de retiro", Aarón comienza a oficiar por sí y por el pueblo. Es un momento inaugural, comparable con la acción de Salomón en 1 Re 8.
La ceremonia se articula en tres tiempos y culmina en el encuentro con el Señor, asistiendo a su manifestación. El pueblo se prepara y se acerca para asistir a la ceremonia 4-5; es bendecido (22-23); contempla la gloria del Señor (23-24). Este encuentro mudo, manifestación y adoración, da sentido a cuanto precede. Sin ello, todo quedaría en ritualismo vacío. Véase la descripción entusiasta de Eclo 50,5-21.
9,1 Los ancianos representan a la comunidad, que se acercará después.
9,3 Aarón empieza a actuar como mediador entre Moisés y el pueblo. Sin embargo, cuando el pueblo se ha reunido y acercado, Moisés toma la palabra.
9,8 Aarón ejecuta lo que hacía Moisés en el capítulo precedente. Tiene que expiar primero por sí, después por el pueblo.
9,22-23a El texto clásico de la bendición se lee en Nm 6,24-26; véanse también Sal 67 y 118,26s. En 1 Re 8 es Salomón quien bendice al pueblo.
9,23b La gloria del Señor no se describe, porque no tiene figura. En la mayoría de los textos, es como una luminosidad.
9,24 Enviando su fuego (Sal 104,4), el Señor declara que ha aceptado el sacrificio: por eso el pueblo aclama gozoso. Véase el caso de Elías, 1 Re 18.
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