Cántico de Moisés
321<<Escuchad, cielos, y hablaré;
oye, tierra,
los dichos de mi boca;
2descienda como lluvia
mi doctrina,
destile como rocío mi palabra;
como llovizna sobre la hierba,
como orvallo sobre el césped;
3voy a proclamar
el nombre del Señor:
reconoced la grandeza
de nuestro Dios.
4Él es la Roca,
sus obras son perfectas,
sus caminos son justos;
es un Dios fiel, sin maldad,
es justo y recto.
5Hijos degenerados,
se portaron mal con él,
generación malvada
y pervertida.
6¿Así le pagas al Señor,
pueblo necio e insensato?
¿No es él tu padre y tu creador,
el que te hizo y te constituyó?
7Acuérdate de los días remotos,
considera las edades pretéritas,
pregunta a tu padre
y te lo contará,
a tus ancianos y te lo dirán:
8Cuando el Altísimo
daba a cada pueblo su heredad,
y distribuía a los hijos de Adán,
trazando las fronteras
de las naciones,
según el número
de los hijos de Dios,
9la porción del Señor
fues su pueblo,
Jacob fue el lote de su heredad.
10Lo encontró
en una tierra desierta,
en una soledad
poblada de aullidos;
lo rodeó cuidando de él,
lo guardó como
a la niña de sus ojos.
11Como el águila
incita a su nidada
revolando sobre los polluelos,
así extendió sus alas, los tomó
y los llevó sobre sus plumas.
12El Señor sólo los condujo,
no hubo dioses extraños con él.
13Los puso a caballo
de sus montañas,
y los alimentó con las cosechas
de sus campos;
los crió con miel silvestre,
con aceite de rocas de pedernal;
14con requesón de vada
y leche de ovejas,
con grasa de corderos
y carneros,
ganado de Basán y cabritos
con la flor de harina de trigo,
y por bebida, con la sangre
fermentada de la uva.
15Comió Jacob hasta saciarse,
engordó mi cariño*, y tiró coces
-estabas gordo y cebado
y corpulento-
y rechazó a Dios, su creador;
deshonró a su Roca salvadora.
16Le dieron celos
con dioses extraños,
lo irritaron
con sus abominaciones,
17ofrecieron víctimas
a demonios que no son dios,
a dioses desconocidos,
nuevos, importados de cerca,
que no veneraban
vuestros padres.
18¡Despreciaste a la Roca
que te engendró,
y olvidaste al Dios
que te dio a luz!
19Lo vio el Señor, e irritado
rechazó a sus hijos e hijas,
20pensando: "Les esconderé
mi rostro,
y veré en qué acaban,
porque son
una generación depravada,
unos hijos desleales;
21ellos me han dado celos
con un dios ilusorio,
me han irritado
con ídolos vacíos;
pues yo les daré celos
con un pueblo ilusorio,
los irritaré
con una nación fatua.
22Está ardiendo
el fuego de mi ira
y abrasará
hasta el fondo del abismo,
consumirá la tierra
y sus cosechas
y quemará
los cimientos de los montes.
23Reclutaré desastres
contra ellos,
agotaré en ellos mis flechas;
24andarán macilentos
por el hambre,
consumidos de fiebres
y epidemias malignas;
les enviaré dientes de fieras
y veneno de serpientes
que se arrastran;
25en las calles, la espada
se llevará a los hijos;
en las casas, el espanto;
a los jóvenes con las doncellas,
a los niños de pecho
con los ancianos".
26Yo pensaba:
"Voy a dispersarlos
y a borrar su memoria
entre los hombres".
27Pero no; que temo
la jactancia del enemigo
y la mala interpretación
del adversario,
que dirían:
"Nuestra mano ha vencido,
no es el Señor
quien lo ha hecho".
28Porque son una nación
que ha perdido el juicio
y carece de inteligencia.
29Si fueran sensatos,
lo entenderían,
comprenderían su destino.
30¿Cómo es que uno
persigue a mil
y dos ponen en fuga
a diez mil?
¿No es porque su Roca
los ha vendido,
porque el Señor
los ha entregado?
31Porque su roca
no es como nuestra Roca;
nuestros mismos enemigos
pueden juzgarlo.
32Son cepa de las viñas
de Sodoma,
de los campos de Gomorra;
sus uvas son uvas venenosas
y sus racimos son amargos;
33su vino es
ponzoña de monstruos
y veneno mortal de víboras.
34¿No tengo todo esto recogido
y sellado en mis archivos?
35Mía será la venganza
y el desquite
en la hora en que tropiecen
sus pies,
pues el día de su perdición
se acerca
y su suerte se apresura
36-porque el Señor
defenderá a su pueblo
y tendrá compasión
de sus siervos-.
Cuando vea que
sus manos flaquean,
que se consumen
amos y criados,
37dirá: "¿Dónde están sus dioses
o la roca donde se refugiaban?
38¿No comían la grasa
de sus sacrificios
y bebían el vino
de sus libaciones?
Que se levanten para socorreros,
que sean vuestro refugio".
39Pero ahora mirad: yo soy yo,
y no hay otro fuera de mí;
yo doy la muerte y la vida,
yo desgarro y yo curo,
y no hay quien libre
de mi mano.
40Levanto la mano al cielo y juro:
"Tan verdad
como que vivo eternamente,
41cuando afile el relámpago
de mi espada
y tome en mi mano la justicia,
haré venganza del enemigo
y daré su paga al adversario;
42embriagaré mis flechas
en sangre,
mi espada devorará carne;
sangre de muertos y cautivos,
cabezas de jefes enemigos".
43Naciones, aclamadlo
con su pueblo,
porque él venga
la sangre de sus siervos,
porque toma venganza
del enemigo
y perdona a su tierra
y a su pueblo>>.
44Moisés fue y recitó este canto entero en presencia del pueblo. Lo acompañaba Josué, hijo de Nun. 45Y cuando terminó de decir todo esto a los israelitas, 46añadió:
-Fijaos bien en todas las palabras que yo os he conminado hoy, y mandad a vuestros hijos que pongan por obra todos los artículos de esta ley. 47Porque no son palabra vacía para vosotros, sino que por ella viviréis y prolongaréis la vida en la tierra que vais a tomar en posesión después de pasar el Jordán.
48Aquel mismo día el Señor dijo a Moisés:
49-Sube al monte Abarín (Monte Nebo), que está en Moab, mirando a Jericó, y contempla la tierra que voy a dar en propiedad a los israelitas. 50Después morirás en el monte y te reunirás a los tuyos, lo mismo que tu hermano Aarón murió en Monte Hor y se reunió a los suyos. 51Porque os portasteis mal conmigo en medio de los israelitas, en la Fuente de Meribá, en Cades, en el desierto de Sin, y no reconocisteis mi santidad en medio de los israelitas. 52Verás de lejos la tierra, pero no entrarás en la tierra que voy a dar a los israelitas.
Explicación.
32,1-43 El "cántico de Moisés" compuesto y recitado a la orilla del Jordán compone un díptico con el cantado junto al Mar Rojo; nada más por la posición, después de salir y antes de entrar. Poema de gran originalidad y aliento, en el que confluyen y se funden elementos variados, rico en imágenes y en lenguaje escogido. Es fácil detectar en él modos sapienciales, más aún predicación profética; tiene bastante de querella judicial (testigo de cargo). Incorpora concepciones antiguas, ideas atípicas, a la vez que registra audazmente un monólogo de Dios. No podemos describir su origen ni datario con seguridad. A título de conjetura, supongamos que es una composición exílica, de un gran poeta, que quizá ha empleado o se ha inspirado en un texto más antiguo. Para orientar la lectura podemos proponer una visión global simplificada: en una gran querella del Señor con su pueblo, proyecta castigarlo y acabar con él; pero antes de dictar sentencia piensa que el ejecutor extranjero es más culpable, se vuelve contra él y salva a su pueblo. En otras ocasiones se interpuso la intercesión de Moisés; aquí todo se resuelve en el interior misterioso de Dios. A lo largo del comentario iremos recogiendo ecos, reminiscencias, coincidencias de textos variados.
Dividimos el poema así: exordio (1-4); exposición del tema en forma de interpelación (5-6); beneficios de Dios (7-14); infidelidad del pueblo (15-18); amenaza de castigo (19-25); corte (25); maldad del enemigo (26-35); y del pueblo (36-38); castigo del enemigo (39-42); conclusión del himno (43).
32,1-4 Exordio en tono sapiencial (parecido al que aparece en Sal 49; Job 29,22); pero la comparación con la lluvia también se lee en Is 55,10-11, y la cuádruple comparación es típica del estilo de Isaías II.
El estilo es amplio, en consonancia con el ritmo lento del poema. Compárese con los exordios de Is 1,2; Sal 49 y 78; Prov 8,4-6.
"Nuestro Dios" es título de la alianza. Como parte de la querella y respecto a sus compromisos él es perfecto, recto, justo, fiel. Testimonio anticipado como en Sal 50,6, que también menciona cielo y tierra como testigos notariales. El título "Roca" recurre además en v.15.16.18.30.31.37. Los "caminos" son los designios y también el estilo de actuar (cfr. Is 55,8-9). Precisamente el cántico va a combinar un camino ordinario con uno extraordinario, todos justos.
32,5-6 Por el contrario, la otra parte de la alianza, no ha cumplido sus compromisos. La voz de Dios hecha poesía se lo reprocha en segunda persona (también en Sal 50). A la imagen subyacente de la alianza se sobrepone el símbolo de la paternidad, que responde a Éx 4,22-23 y es eco próximo de Is 1,2-4, también con calificación sapiencial. Enuncia un título cuádruple del Señor.
32,7 Acuérdate: tiene dos valencias. Una genérica, según el principio de la tradición, que permite remontarse a los orígenes. Otra específica, de recuento judicial. Hay que recordar un gran contraste, de beneficios e ingratitud (8-14 y 15-18), De nuevo usa el paralelismo cuádruple. Seguirán cuatro tiempos: elección remota, acogida histórica, traslado a la tierra, vida próspera en ella.
32,8-9 La elección recibe aquí una interpretación no común, en un horizonte de politeísmo: "hijos de Dios" o divinidades, seres divinos (Sal 29,1; 82,6), corte del Dios supremo, a quienes se asignan tareas diversas: a cada uno el cuidado de su pueblo. El Señor es el soberano que reparte los cargos (y pide cuentas, Sal 82), y se reserva como pueblo a los descendientes de Jacob, a los cuales asignará un territorio. Compárese con Eclo 24,8.
32,10 Extrañamente, la historia no comienza en Egipto, sino en el desierto (cfr. Os 9,10). Israel era como un niño abandonado y encontrado, como expósito que Dios adopta (en figura femenina, Ez 16,6). La comparación final se lee en Sal 17,8.
32,11-12 Inspirado en Ex 19,4, todo el viaje por el desierto es un pasar en volandas; uno solo puede con todos (no como Moisés Nm 11; cfr. Is 46.3-4).
32,13 La tierra prometida es región montañosa, y el pueblo se asienta "a caballo" de sus montañas: Is 58,14. Aunque la tierra es montañosa y rocosa, sirve en su mesa productos variados para "criar" a los pequeños y para dar banquetes a los mayores. Se pueden contar siete productos (compárese con 8,7-9).
32,15a * = "Yesurún" es título cariñoso de Israel, su sentido es dudoso. La abundancia conduce a la saciedad y ésta al pecado de rebeldía.
32,15b-18 Pecado radical contra el primer mandamiento. Se encierra en cuatro títulos del Señor: dos son más corrientes, Hacedor y Salvador; los otros dos usan el símbolo de la generación maternal. Como el Señor exige una dedicación exclusiva, se pone celoso cuando le arriman rivales. Hay que notar la segunda persona en los v.15 y 18. Dioses extraños: como en Jr 2,25; 3,13; Is 43,12; 44,19. De cerca, del mismo territorio (Jos 24,15). Demonios es nombre raro, compartido con Sal 106,37.
32,19 El amor provoca los celos, los celos se transforman en cólera, la cólera se desfoga hiriendo.
32,20-21 Comienza el monólogo en forma de sentencia judicial: declaración del delito y anuncio de la pena, con correspondencia entre ambos, en una especie de ley del talión expresada con palabras repetidas o aliteradas. Otros monólogos de Dios: Jr 31, 18-20; Os 11,8-9.
32,22 El fuego de la ira estalla y cobra proporciones cósmicas, como una conflagración universal en profundidad (cfr. Am 7,4). Se anuncian imágenes escatológicas o apocalípticas.
32,24-25 Los cuatro males: hambre, fiebre, fieras y espada son típicos de los profetas, especialmente de Ezequiel (sólo tres en 2 Sm 24,13). El poeta desarrolla la cuarta, emblema de la guerra que no respeta lugar ni sexo ni edad.
32,26-43 La segunda parte del monólogo divino es muy difícil por los cambios de persona hablante. Teóricamente habla o piensa en voz alta el Señor, como muestran los verbos y el pronombre Yo (33). Habla el enemigo, y sus palabras son introducidas por el Señor (27). En varios versos irrumpe el recitador, como muestra la tercera persona (36); más aún, el mismo introduce nuevas palabras del Señor (37). También el pueblo habla, en primera persona (31). ¿Habrá que interpretar esta movilidad como libertad poética?, ¿o será el resultado de adiciones no bien armonizadas?
Lo que está claro, y es muy importante, es la reflexión teológica presentada como pensamiento manifestado de Dios. ¿Por qué siendo culpables el pueblo y los paganos, ha castigado a éstos y perdonado a aquél? (Véase 9,4-7). El texto ofrece dos razones: primera, la fama del Señor, que será vilipendiada si triunfa el enemigo (argumento de Moisés en Ex 32,12 y Nm 14,13-16); segunda, la compasión del Señor por su pueblo. No hay simetría: si el enemigo es castigado por su culpa, Israel no es salvado por sus méritos. En efecto, el pueblo es necio (28) y fue idólatra (37-38). Con todo, por pura misericordia del Señor, Israel sigue siendo "su pueblo, sus siervos" (36).
Y esta solución nos plantea otra dificultad: tal diversidad de trato ¿no es discriminación? El problema preocupará todavía al autor del libro de la Sabiduría (Sab 12).
32,26 Acabar con Israel en el presente y el futuro: dispersos y asimilados por otras naciones, dejarán de ser un pueblo con nombre propio.
32,27 El enemigo no sabe interpretar la historia en clave teológica: se atribuye las victorias (como Israel la prosperidad, 8,17): véanse Is 10,13-14; 37,24-25; 47,8.10.
32,28-30 Nos inclinamos a pensar que este "pueblo" es Israel, que tampoco sabe interpretar la historia, y atribuye a su fuerza lo que es don de Dios (Lv 26,8; Dt 28,7).
32,30-31 Roca es aquí equivalente de Dios: también el enemigo tiene su roca = dios. Pero no hay comparación: Ex 15,11; 1 Sm 2,2; 1 Re 8,23; Jr 10,6; Miq 7,18; Sal 35,10; 86,8.
32,32-33 Imagen vigorosa, del mundo de los venenos vegetales y animales: véanse Is 59,5; Sal 58,5. Por su perversión están maduros para la catástrofe.
32,34-35 El Señor va a actuar como juez. El delito consta en su archivo judicial, la sentencia será el ejercicio de la justicia "vindicativa", o sea castigo legal del delincuente.
32,36 Irrumpe la voz del recitador. En vez de "porque", podría significar "cierto". El anuncio se lee en Sal 135,14 lo cita 2 Mac 7,6.
32,37-38 Pero antes de ejecutarlo, le echa en cara, en tono sarcástico, su idolatría. Si el enemigo tenía que reconocer que el Señor es una "Roca" diversa, los israelitas tendrán que convencerse de la impotencia de los ídolos "su roca de refugio" (cfr. Jr 2,26-28).
32,39 Frente a la impotencia de los ídolos se yergue la realidad del Señor: único, como en la proclamación del profeta del destierro (Is 41,4; 48,12), soberano de la muerte y la vida (1 Sm 2,6; 2 Re 5,7; Tob 13,2).
32,40 Dios jura por sí mismo, por su vida: Is 45,23; 62,8; Jr 22,5; 51,14 Am 4,2; 6,8.
32,42 La guerra como ejecución de una sentencia judicial (cfr. Is 34,6-8; Jr 46,10).
32,43 El texto de este final hímnico es dudoso. La lectura de la versión griega es plausible: Aclamadlo, cielos, con él, servidlo, hijos de Dios.
32,44-47 Completan el marco en torno al cántico, entendido como vinculado a la ley. Ambos son "palabra" auténtica y vital: la ley que propone la conducta de la vida, el cántico que denuncia el pecado y da esperanza. El texto escrito tiene valor jurídico de testimonio, su eficacia será real si se conserva en la memoria, la viva tradición del pueblo.
32,48-52 Variante de Nm 27,12-14, introducida para salvar la distancia narrativa producida al insertar el Deuteronomio. Empalma con Dt 3,27. "El mismo día" es el de 1,3, comienzo de la promulgación y 34,5 muerte. Todo ha sido testamentario, y el próximo capítulo se pronuncia inmediatamente antes de morir.
Subir para contemplar el panorama desde arriba es una espléndida experiencia; subir a la montaña para ver y morir, para ver el paraíso sin poder entrar en él, es una profunda tragedia. El narrador no explota el factor psicológico, pero repite la razón teológica, el pecado de Moisés (Nm 20,2-13).