miércoles, 21 de septiembre de 2016

DEUTERONOMIO: CAPÍTULO 20.

Ley sobre la guerra

201>>[A] Cuando salgas a combatir contra tus enemigos, y veas caballos, carros y tropas más numerosas que las tuyas, no los temas, porque está contigo el Señor, tu Dios, que te hizo subir de Egipto. 2Cuando vayas a entablar combate, se adelantará el sacerdote para arengar a la tropa, 3y les dirá: "Escucha, Israel, vosotros presentáis hoy batalla al enemigo; no os acobardéis, no temáis, no os turbéis, no os aterroricéis ante ellos, 4porque el Señor, vuestro Dios, avanza a vuestro lado, luchando a favor vuestro contra vuestros enemigos para daros la victoria".
5>>Después hablarán los alguaciles a la tropa: "Quien haya edificado una casa y no la haya estrenado, que se retire y vuelva a su casa, no vaya a morir en combate y la estrene otro". 6"Quien haya plantado una viña y no la haya vendimiado todavía, que se retire y vuelve a casa, no vaya a morir en combate y la vendimie otro". 7"Quien esté prometido a una mujer y no se haya casado todavía, que se retire y vuelva a casa, no vaya a morir en combate y otro se case con ella".
8>>Los alguaciles añadirán a la tropa: "Quien tenga miedo y se acobarde, que se retire y vuelva a casa, no vaya a contagiar su cobardía a sus hermanos".
9>>Cuando los alguaciles hayan terminado de arengar a la tropa, se nombrarán jefes al mando de la tropa.
10>>[B] Cuando te acerques a atacar una ciudad, primero proponle la paz. 11Si ella te responde "Paz" y te abre las puertas, todos sus habitantes te servirán en trabajos forzados; 12pero si no acepta tu propuesta de paz, sino que mantiene las hostilidades, le pondrás sitio, 13y cuando el Señor la entregue en tu poder, pasarás a cuchillo a todos sus varones. 14Las mujeres, los niños, el ganado y demás bienes de la ciudad los tomarás como botín, y comerás el botín de los enemigos que te entregue el Señor, tu Dios. 
15>>Lo mismo harás con todas las ciudades remotas que no pertenecen a los pueblos de estos pueblos cuya tierra te entrega el Señor, tu Dios, en heredad no dejarás un alma viviente: 17dedicarás al exterminio a hititas, amorreos, cananeos, fereceos, heveos y jebuseos, como te mandó el Señor, 18para que no os enseñen a cometer las abominaciones que ellos cometen con sus dioses y no pequéis contra el Señor, vuestro Dios.
19>>Si tienes que sitiar largo tiempo una ciudad antes de tomarla al asalto, no destruyas su arbolado a hachazos, porque podrás comer de sus frutos; no los tales, porque los árboles no son hombres para que los trates como a los sitiados. 20Pero si te consta que un árbol no es frutal, lo puedes destruir y talar, para construir con él obras de asedio contra la ciudad que te hace la guerra, hasta que caiga.

Explicación.

20 Se puede titular ley de la guerra, y se divide en dos partes: sobre reclutamiento y sobre asedio y conquista de ciudades enemigas. Cuando se escribe esta página, si es en el destierro o después, los judíos no pueden soñar en guerras de exterminio o conquista. Si se escribió en tiempo de Josías, durante sus campañas de extensión o reconquista, la presente ley es hiperbólica.

El autor pudo haber recogido recuerdos de otros tiempos o bien ideas y prácticas comunes. De ello se vale para enunciar su principio fundamental y reglamentar dos cuestiones importantes. Lo explicaremos por partes.

20,1-4 Enuncian el principio Moisés, y por encargo suyo, els acerdote que pronuncia la arenga. Con este artificio, el principio cuelga inmediatamente de la legislación mosaica y se actualiza por un sacerdote: la guerra de que se trata es santa, es del Señor. A él toca defender a los suyos y desbaratar al enemigo. La actitud correspondiente de Israel debe ser de total confianza en el Señor; una confianza que se sobreponga y anule el miedo: expresado con cuatro sinónimos del clásico "no temáis". No importa el número ni la superioridad militar del adversario, porque más poderoso es Dios, que da la victoria a los débiles.

Carros y caballos traen resonancias del Mar Rojo (Ex 14-15), son emblema de potencia militar. Pueden verse otras referencias: Jos 11,4; Jue 1,19; 4,3; de los profetas Is 31,1; del salterio Sal 20.

La arenga comienza con la interpelación "escucha, Israel", típica de este libro: la confianza en el Señor en medio del peligro es una forma de adhesión y entrega.

20,5-7 El orden no es cronológico ni lógico. Tampoco parece estratégico el modo de reclutar regalando licencias. Aquí no se piensa en un ejército regular, estable, a sueldo del rey, sino en una movilización de voluntarios (cfr. Jue 5). Las tres exenciones del servicio activo expresan una actitud comprensiva, humanitaria: la muerte en campaña no debe frustrar el disfrute de las primicias de tres bienes elementales, la casa, el huerto, la mujer. El autor no reflexiona sobre los resquicios o brechas que abre semejante disposición.

20,8 El último licenciamiento se fija en la debilidad humana de un grupo ante el peligro: el miedo es contagioso. Nosotros decimos "cunde el pánico".

20,9 No cuenta con un comandante supremo, como Joab o Jehú o el rey en persona, sino con mandos inferiores.

20,10-18 Esta es la parte más difícil: si no de entender, ciertamente de aceptar. En la forma se presenta como legislación casuística con una apertura común y dos bifurcaciones: la ciudad se rinde / no se rinde, es remota / se encuentra en Canaán.

Podemos comenzar enfocando los aspectos más humanitarios o menos violentos: el comienzo es siempre una oferta de paz, en caso de rendición se salva la vida de todos los vecinos, en ciudades remotas se salva la vida de mujeres y niños, no combatientes.

Despejado el terreno resaltan las dificultades, la crueldad de esta ley. En caso de rendición, trabajos forzados; en caso de conquista de ciudad remota, matanza de todos los varones (exceptuados niños pequeños), en caso de ciudad dentro del territorio, exterminio total. Con la agravante de que esto, hasta el "sacro exterminio" se propone como legislación de Moisés por encargo del Señor.

Con otros autores ensayaremos algunas explicaciones o atenuantes. Es muy dudoso que históricamente lo practicaran los israelitas, salvo algún caso extraordinario, de oráculo o voto (cfr. Nm 21,2-3; Ju 1,17); aunque era práctica ocasional de otros pueblos y a veces se reducía a renunciar del botín, cortaba en raíz acciones ofensivas de saqueo. El texto está redactado con la perspectiva trágica del destierro (ver cap.7), y en parte tenía la finalidad de propaganda religiosa, para levantar los ánimos y hacer confiar en el Señor.

Confesadas las atenuantes, queda en pie la terrible agravante de atribuir la ley al Señor; sobre todo, leído el texto a la luz del Evangelio. En tal caso, ¿no denuncia el evangelio otras formas modernas de guerras, trabajos forzados y aniquilación de poblaciones?

20,10 No se aclara quien rompe las hostilidades y por qué.

20,11 De ordinario en servicios públicos: compárese con Jos 9,21.27; Jue 1,17-36.

20,13-14 Subraya: "te la entrega el Señor".

20,15 Esto supone el asentamiento en el territorio de Canaán y guerras de expansión como se lee en los libros de los Reyes.

20,16 Alma viviente: por el contexto, hombres.

20,19-20 Se diriía que los árboles son tratados con más consideración que los hombres: pueden ser más útiles (¿No seducen?). La norma se opone al vandalismo destructor, a la estrategia de tierra quemada.


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