ALIANZA
Oferta de alianza (Ex 24; Dt 29; Jos 24)
191Aquel día, al cumplir tres meses de salir de Egipto, los israelitas llegaron al desierto de Sinaí; 2saliendo de Rafidín llegaron al desierto de Sinaí y acamparon allí, frente al monte. 3Moisés subió hacia el monte de Dios y el Señor lo llamó desde el monte, y le dijo:
4Habla así a la casa de Jacob,
diles a los hijos de Israel:
Vosotros habéis visto
lo que hice a los egipcios,
os llevé en alas de águila
y os traje a mí;
5por tanto, si queréis obedecerme
y guardar mi alianza,
entre todos los pueblos
seréis mi propiedad,
porque es mía toda la tierra.
6Seréis un pueblo sagrado,
un reino sacerdotal.
Esto es lo que has de decir a los israelitas.
7Moisés volvió, convocó a las autoridades del pueblo y les expuso todo lo que le había mandado el Señor.
8Todo el pueblo a una respondió:
-Haremos cuanto dice el Señor.
9Moisés comunicó al Señor la respuesta, y el Señor le dijo:
-Voy a acercarme a ti en una nube espesa, para que el pueblo pueda escuchar lo que hablo contigo y te crea en adelante.
Moisés comunicó al Señor lo que el pueblo había dicho.
Teofanía (St 4,11; Miq 1,4; Sal 50,1-3)
10Y el Señor le dijo:
-Vuelve a tu pueblo, purifícalos hoy y mañana, que se laven la ropa, 11y estén preparados para pasado mañana, pues pasado mañana bajará el Señor al monte Sinaí, a la vista del pueblo. 12Traza un límite alrededor y avisa al pueblo que se guarde de subir al monte o acercarse a la falda; el que se acerque al monte es reo de muerte. 13Lo ejecutaréis, sin tocarlo, a pedradas o con flechas, sea hombre o animal; no quedará con vida. Sólo cuando suene el cuerno podrán subir al monte.
14Moisés bajó del monte adonde estaba el pueblo, lo purificó y le hizo lavarse la ropa. 15Después les dijo:
-Estad preparados para pasado mañana, y no toquéis a vuestras mujeres.
16Al tercer día por la mañana hubo truenos y relámpagos y una nube espesa en el monte, mientras el toque de la trompeta crecía en intensidad, y el pueblo se echó a temblar en el campamento. 17Moisés sacó al pueblo del campamento a recibir a Dios, y se quedaron firmes al pie de la montaña. 18El monte Sinaí era todo una humareda, porque el Señor bajó a él con fuego; se alzaba el humo como de un horno, y toda la montaña temblaba. 19El toque de la trompeta iba creciendo en intensidad mientras Moisés hablaba y Dios le respondía con el trueno. 20El Señor bajó a la cumbre del monte Sinaí, y llamó a Moisés a la cumbre. Cuando éste subió, el Señor le dijo:
21-Baja al pueblo y mándales que no traspasen los límites para ver al Señor, porque morirán muchísimos. 22Y a los sacerdotes que se han de acercar al Señor purifícalos, para que el Señor no arremeta contra ellos.
23Moisés contestó al Señor:
-El pueblo no puede subir al monte Sinaí, pues tú mismo nos has mandado trazar un círculo que marque la montaña sagrada.
24El Señor insistió:
-Anda, baja y después sube con Aarón; que el pueblo y los sacerdotes no traspasen el límite para subir adonde está el Señor, pues él arremetería contra ellos.
25Entonces Moisés bajó al pueblo y se lo dijo.
Explicación.
ALIANZA
Introducción
Después de unos cuantos incidentes típicos del viaje por el desierto, hambre y sed, hostilidad externa y organización interna, el pueblo llega al acontecimiento central de su peregrinación: el encuentro con el Señor en el Sinaí, su constitución como pueblo de Dios por la alianza. Así quiere que lo contemplemos el relato actual del Éxodo. Una tradición antigua ha fijado o elegido el lugar: el circo que se abre a los pies del Safsafá y del Monte de Moisés.
a) Alianza es una institución jurídica humana: es una forma particular de contrato entre dos partes libres y responsables. La Biblia toma dicha institución como símbolo para expresar el misterio de las relaciones de Dios con un pueblo.
En el AT encontramos alianzas simplemente humanas. Entre dos jefes parientes Labán y Jacob (Gn 31,44-49), entre dos amigos, David y Jonatán (1 Sm 18,1-4), entre dos reyes, Salomón y Jirán de Tiro (1 Re 5,15-32). También entre superior e inferior, David y Abner (2 Sm 3,12), David con las tribus septentrionales (2 Sm 5,1-3), etc. Entre todas las más pertinentes es la que establece un soberano con un vasallo, Nabucodonosor de Babilonia y Sedecías de Judá (Ez 17,13). En unos casos el soberano impone el pacto con sus cláusulas al súbdito, en otros casos lo ofrece indicando sus condiciones. Esta segunda forma elige el narrador bíblico. De ambos se conservan ejemplos entre reinos del próximo Oriente antiguo.
b) Con los patriarcas había hecho Dios una alianza, heqim berit, que era en realidad un compromiso unilateral de Dios con algunas exigencias añadidas. En el Sinaí se estipula una alianza, karat berit, que, siendo iniciativa de Dios, tiene carácter bilateral; el pueblo ha de aceptarla libremente. La relación de Dios con los israelitas, que es misterio, se ha expresado ya en varias fórmulas o símbolos: elección, implícita en la expresión "mi pueblo", adopción, implícita en "mi primogénito", "rescate y compra" del esclavo. Ahora se propone un símbolo jurídico más articulado, que por ello permite una comprensión más precisa y se presta a consecuencias más diversificadas.
Sin afirmar que la forma bíblica depende directamente de los tratados internacionales del Oriente antiguo, se pueden señalar varias analogías estructurales, que se resumen así: las dos partes son un soberano y un vasallo que se vinculan jurídicamente. En el texto o instrumento jurídico (cap. 19-20), el soberano enumera beneficios precedentes otorgados a la parte inferior -prólogo histórico-. De lo cual arranca la oferta de una relación jurídica estable -declaración fundamental-. Siguen las condiciones o estipulaciones particulares (cap.20) y una serie de premios o penas por el cumplimiento o incumplimiento de los compromisos. En el texto bíblico la penúltima es el decálogo, la última son las bendiciones y maldiciones, que figuran en otros contextos. El acto se sella con un sacrificio (cap.24), y el protocolo se registra por escrito -las losas de piedra- quizá por duplicado, y se conserva en lugar sagrado. Al leer y estudiar textos bíblicos sobre la alianza, nunca hay que olvidar que se trata de un símbolo humano empleado para expresar una realidad trascendente. Uno de los símbolos centrales.
c) Constitución, en su doble significado, como acto que constituye, que da ser a la comunidad como pueblo del Señor; como texto que rige su destino. En el segundo sentido, la constitución se abre para acoger otras leyes o un código íntegro (cap. 21-23). Siendo sagrada, podemos decir que la alianza es el sacramento fundacional del pueblo escogido. Así lo concibe el texto; pero la descripción puede responder a una renovación cúltica de la alianza. Son especialmente significativas las renovaciones de la alianza en Moab (Dt 29-31) y en Siquén (Jos 24).
d) Composición. El relato de un hecho o celebración tan importante no ha cuajado en una forma narrativa fluida y coherente. Quizá el autor ha querido fundir tradiciones o concepciones diversas; probablemente ha querido encerrar mucho material en este lugar. El hecho es que el relato se resiente y no es fácil de captar. He aquí algunas tensiones: Dios habla directamente al pueblo o por medio de Moisés, correlativamente cuál es el papel de Moisés; cuáles son sus movimientos de subida y bajada y cuáles los del pueblo, distanciado o acercándose. Dios habita en la montaña o baja a ella cada vez. Se manifiesta en el volcán o en la tormenta. Para una visión de conjunto conviene observar: la teofanía, que comienza en 19,10, se remata en 20,18-20 y enmarca el decálogo 20,1-17. La ceremonia, que se prepara en 19,1-9, se ejecuta en el cap. 24 y engloba el llamado código de la alianza 21-23.
19,1-2 De nuevo tropezamos con la preocupación topográfica y cronológica del autor sacerdotal. En los supuestos tres meses han cabido los episodios o experiencias de la comida y bebida milagrosas, una victoria y un acto de organización interna.
19,3 Dice "el monte de Dios" dándolo por conocido. El genitivo indica que es lugar sagrado, dedicado a la divinidad. Quien habla es Yhwh.
19,4-9 Oferta inicial del Señor y primera aceptación, global, del pueblo (seguirán otras dos); Moisés como mediador. El discurso de Dios adopta un lenguaje poético, rítmico.
19,4 La fórmula "llevar / traer a la tierra" es fija y conocida. Al sustituir el término "tierra" por "hacia mí", el autor expresa certeramente el sentido personal de la alianza, el verdadero término de la gran peregrinación israelítica (y de toda peregrinación humana). Algo equivalente sucederá cuando se trate de volver del destierro: para volver a la patria hay que volver = convertirse al Señor. Dt 32,11 amplifica la imagen del águila con sus polluelos.
19,5 "Propiedad" es término económico aplicable a objetos y a esclavos; implica aquí la elección, la pertenencia especial que se destaca de la pertenencia universal. La imagen recurre en el cuerpo deuteronomístico (Dt).
19,6 La pertenencia a Dios lo traslada a la esfera sagrada (Jr 2,3): el pueblo entero queda consagrado y se acerca sacerdotalmente; véase Is 61,6. Pedro lo aplica a la Iglesia (1 Pe 2,5.9). Otros han traducido "regido por sacerdotes".
19,7 Los ancianos o senadores hacen llegar el mensaje a todos los grupos.
19,8 El pueblo responde aceptando por primera vez.
19,9 El trato de Moisés es privilegiado. El Señor se le acerca, velado por la nube, y le confiere autoridad permanente ante el pueblo: "Creer": como en 14,31. Se aprecia la función mediadora de Moisés: comunica al pueblo la propuesta de Dios, comunica a Dios la respuesta del pueblo.
19,10-11 Purificaciones rituales que preparan la celebración litúrgica (cfr. Lv 11 y 14,1; se refiere a este pasaje por contraposición Heb 12,20). El Señor "baja" desde el cielo a la montaña, no habita en ella.
19,12-13 La presencia del Señor irradia un espacio sagrado, acotado, velado a los profanos bajo pena de muerte (Véase la legislación sobre el "intruso" en Nm 1,51; 2,10.38; 17,28; 18,7). No se pude tocar al culpable, porque su estado contagia; por eso lo apedrean a distancia. La lapidación era una de las formas legales de ejecutar la pena de muerte (Lv 20,27; Nm 15,35; Dt 21,21 etc): no consta en otros lugares de ejecución capital asaeteando.
19,15 Para conservar la pureza cúltica (cfr. 1 Sm 21,4). Este es uno de los casos de tensión entre sexo y sacralidad, restringida a momentos definidos.
19,16-19 La teofanía combina fenómenos cósmicos con acciones litúrgicas. El narrador quiere describir aquí una escena impresionante. El soberano baja desde su reino celeste, acompañado de una espectacular y terrible agitación cósmica: cielo sacudido por la tormenta, tierra por el terremoto; truenos que delatan la cercanía, trompetas que anuncian la presencia. El pueblo, temeroso y sobrecogido, que acude procesionalmente, guiado por Moisés, a recibir al soberano.
Algunos interpretan el fuego como erupción volcánica, pero es reductible a un rayo que incendia el monte (cfr. Sal 104,32). Son litúrgicos: el doble toque de trompeta que anuncia la presencia de Dios (cfr. Sal 47,6; Eclo 50,16), la procesión desde el campamento hasta el pie del monte, la posición de firmes. El trueno es la voz de Dios (texto clásico: Sal 29). La situación final es ordenada: el pueblo al pie de la montaña, el Señor que baja y Moisés que sube. La montaña media entre cielo y tierra, según concepciones antiguas.
19,20-25 La continuación natural de los versos precedentes se lee en 20,18-20. En su lugar tenemos esta adición que repite datos ya expuestos, en inversión cronológica, introduciendo a Aarón, que ha de subir con Moisés, y a los sacerdotes, que han de esperar con el pueblo. Como reclamando su función en una acción litúrgica. No habla de lapidación, sino de muerte inmediata, en masa; Yhwh no tolera la cercanía de cualquier impureza cúltica. El "círculo" es como el muro que delimita el recinto de un templo; porque la montaña es ahora templo.
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