domingo, 13 de marzo de 2016

ÉXODO. CAPÍTULO 3,

Vocación de Moisés (Jue 6,11-16)

31Moisés pastoreaba el rebaño de su suegro Jetró, sacerdote de Madián; llevó el rebaño trashumando por el desierto hasta llegar a Horeb, el monte de Dios. 2El ángel del Señor se le apareció en una llamarada entre las zarzas. Moisés se fijó: la zarza ardía sin consumirse.
3Moisés dijo:
-Voy a acercarme a mirar este espectáculo tan admirable: cómo es que no se quema la zarza.
4Viendo el Señor que Moisés se acercaba a mirar, lo llamó desde la zarza:
-Moisés, Moisés.
Respondió él:
-Aquí estoy.
5Dijo Dios:
-No te acerques. Quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que pisas es terreno sagrado.
6Y añadió:
-Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob.
Moisés se tapó la cara temeroso de mirar a Dios.
7El Señor le dijo:
-He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los opresores, me he fijado en sus sufrimientos. 8Y he bajado a librarlos de los egipcios, a sacarlos de esta tierra para llevarlos a una tierra fértil y espaciosa, tierra que mana leche y miel, el país de los cananeos, hititas, amorreos, fereceos, heveos y jebuseos. 9La queja de los israelitas ha llegado a mí, y he visto cómo los tiranizan los egipcios. 10Y ahora, anda, que te envío al Faraón para que saques de Egipto a mi pueblo, a los israelitas.
11Moisés respondió a Dios:
-¿Quién soy yo para acudir al Faraón o para sacar a los israelitas de Egipto?
12Respondió Dios:
-Yo estoy contigo, y ésta es la señal de que yo te envío: que cuando saques al pueblo de Egipto, daréis culto a Dios en esta montaña.
13Moisés replicó a Dios:
-Mira, yo iré a los israelitas y les diré: el Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntan cómo se llama, ¿qué les respondo?
14Dios dijo a Moisés:
-"Soy el que soy". Esto dirás a los israelitas: "Yo soy" me envía a vosotros.
15Dios añadió:
-Esto dirás a los israelitas: El Señor Dios de vuestros padres, Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob, me envía a vosotros. Este es mi nombre para siempre: así me llamaréis de generación en generación. 16Vete, reúne a las autoridades de Israel y diles: El Señor Dios de vuestros padres, de Abrahán, de Isaac y de Jacob, se me ha aparecido y me ha dicho: Os tengo presentes y veo cómo os tratan los egipcios. 17He decidido sacaros de la opresión egipcia y haceros subir al país de los cananeos, hititas, amorreos, fereceos, heveos y jebuseos, a una tierra que mana leche y miel. 18Ellos te harán caso, y tú, con las autoridades de Israel, te presentarás al rey de Egipto y le diréis: El Señor Dios de los hebreos nos ha encontrado, y nosotros tenemos que hacer un viaje de tres jornadas por el desierto para ofrecer sacrificios al Señor nuestro Dios. 19Yo sé que el rey de Egipto no os dejará marchar si no es a la fuerza; 20pero yo extenderé la mano, heriré a Egipto con prodigios que haré en el país, y entonces os dejaré marchar. 21Y haré que este pueblo se gane el favor de los egipcios, de modo que al salir no se marchen con las manos vacías. 22Las mujeres pedirán a sus vecinas, o a las dueñas de las casas donde se alojen, objetos de plata y oro y ropa para vestir a sus hijos e hijas. Así os llevaréis botín de Egipto.

Explicación.

3,1-4,17 Vamos a considerar este texto como una gran unidad que llamamos provisoriamente vocación y misión de Moisés. Tal como se presenta ahora el texto, podemos dividirlo en secciones o en componentes según el siguiente esquema: aparición e identificación de Dios, proyecto de liberación, misión de Moisés, diálogo de Moisés con Dios. A la misión acompaña una señal; el diálogo consiste en una serie de objeciones que opone Moisés resistiéndose a la misión y a las respuestas de Dios.

Aunque la construcción actual del relato es coherente, no faltan detalles que se pueden tomar como indicios de una elaboración secundaria. Los partidarios de la teoría documentaria reparten el texto en los dos hilos Yavista y el Elohísta con alguna adición del Sacerdotal; de su análisis sacan una conclusión importante para definir el perfil del Elohísta. Otros autores prefieren recurrir a tradiciones orales que se fusionan y a un proceso de elaboración por escrito. Sin negar esa pluralidad de ingredientes, es importante apreciar el desarrollo unitario y lógico del relato canónico; observando p. ej. que la explicación del nombre y el nombramiento de Aarón figuran como respuestas a objeciones de Moisés.

3,1-6 Aparición e identificación. Domina el verbo ver. El lugar se llama "monte de Dios" o por la próxima aparición o porque ya antes era lugar de culto de los habitantes. La tradición identifica el Horeb con el Sinaí.

"El Ángel del Señor" es con frecuencia una manifestación visual de Dios, mientras que la locución se atribuye directamente a Dios o al Señor. El fuego es el elemento de la divinidad (Gn 15,17; Sal 50,3; 97,3). Símbolo de la presencia inaccesible y generadora de vida y acción; símbolo también de ira y pena de aniquilación. La "zarza", árbol silvestre y humilde, inútil y aun despreciado, es portador de la presencia divina en su elemento, el fuego. No se consume, porque ese fuego no necesita combustible; no se consume porque no tiene culpa que expiar. Como altar natural se ofrece, descubriendo a la vez el carácter trascendente de ese fuego. Cuando venga para la alianza, el Señor se manifestará también con fuego: Moisés está prefigurando la futura experiencia del pueblo.

Es tomado por sorpresa ante el fenómeno extraño. La sorpresa provoca la curiosidad, la indagación temeraria -no la reverencia numinosa que se esperaba-. El Señor lo detiene. Por la presencia de Dios, el lugar está consagrado: el hombre no puede hollarlo con artificios que encubren y protegen. La piel desnuda ha de sentir el contacto de la tierra consagrada (cfr. Jos 5,15).

La aparición se identifica, todavía sin pronunciar su nombre, como el Dios de los patriarcas; con lo cual la etapa histórica que comienza queda abarcada en el arco gigantesco del proyecto histórico del Señor.

3,2 Jue 13,20; Is 29,6.

3,6 Ex 33,20.

3,7-8 El designio presente es la liberación del pueblo oprimido. La iniciativa es de Dios, pero supone una situación precedente, pues llama a los hebreos "mi pueblo". La secuencia de verbos es significativa: he visto, he oído, me he fijado, he bajado. La salvación se formula en dos tiempos: liberación de la esclavitud y conducción al país prometido a los patriarcas. En lenguaje de ascendencia mítica, es un país paradisíaco, "que mana leche y miel"; en lenguaje histórico, está ocupado por otros pueblos (en la lista falta uno respecto a Dt 7,1; Jos 3,10).

3,9-10 Ahora la iniciativa la toma el pueblo, con una reclamación judicial, y Dios despacha a Moisés para que realice la empresa. Algunos comentaristas han descubierto aquí un duplicado y han asignado los versos al Elohísta. En la lógica del relato presente, estos versos precisan: lo que Dios escuchaba era una reclamación legal, su "bajada" consiste en el envío de un mediador humano: dicho de otro modo, la misión de Moisés es la bajada de Dios (para otras bajadas, véanse Gn 11,5.7 y 18,21).

3,11-12 Comienza el diálogo: primera objeción de Moisés. Por su oficio actual de pastor, y por la experiencia próxima, se siente incapaz de realizar el encargo. La respuesta de Dios es categórica y simple, corriente en vocaciones: Gedeón en Jue 6,12; Jr 1,9.1.

La señal ofrecida por Dios es extraña porque se refiere a la conclusión de la empresa. Normalmente una señal se da en el acto de la misión o a continuación, pero siempre precede. Por eso algunos comentaristas piensan que falta algo; otros invierten el orden y suponen que la señal era el fuego en la zarza (compárese con Jue 6,17-21.36-40). En el relato actual la señal vale precisamente como paradoja. Exige por adelantado la fe y obediencia de Moisés. Cuando haya cumplido su misión y en un acto litúrgico, los israelitas con Moisés serán conscientes de la libertad conseguida, y Moisés reconocerá la validez de su misión.

3,13-15 Segunda objeción. El se fía de Dios, ¿se fiará de él el pueblo? Querrán saber qué Dios lo envía -dato decisivo en la misión profética, o. ej. Dt 13; Jr 23,13-, preguntarán por el nombre de la divinidad. La respuesta es a la vez positiva y ambigua; vale para Moisés y para el pueblo.

Estos tres versos cuentan entre los más analizados y discutidos de todo el AT. ¿Cuál es el origen del nombre Yhwh? ¿Existía fuera y antes de Israel? ¿Qué significa en sí? ¿Qué función tiene en el relato? Sobre las dos primeras preguntas se han multiplicado las conjeturas sin ofrecer una respuesta plausible. Sobre lo segundo: empezamos confesando que nuestra vocalización es dudosa, pues en composición encontramos las formas Yah, Yo, Yeho. La corriente, Yahwe, es una forma factitiva del verbo hyh = ser, existir, el que da ser, hace existir. Así podía sonar a oídos hebreos.

En el texto Dios cambia el verbo en primera persona y forma una frase al parecer tautológica. Si lo traducimos en indefinido, "el que sea", la respuesta es evasiva (como en Gn 32): el nombre no importa, soy el Dios de los patriarcas y estoy contigo. Si lo traducimos como enunciado, "soy el que soy", se presta a la reflexión. Primero, se encuentra en la esfera del ser o existir (cfr. Sab 13,1; Jn 8,58; Ap 1,4); segundo no se define por predicados externos, sino por sí mismo; en nuestra terminología refinada, diríamos "un ser absoluto". Ahora bien, para los israelitas vale el sentido enunciativo, "Yo soy", que se ofrece como explicación de un nombre ya conocido y se identifica con el Dios de los patriarcas. Y añade una orden perpetua: en adelante Dios será invocado con el nombre de Yhwh. Y así fue (Is 42,8; 26,8) hasta que en tiempos posteriores se evitó dicho nombre y se susitutó por Adonay.

En la teoría documentaria: el Elohísta considera que en este punto se revela el nombre de Yhwh; hasta el presente él ha usado sólo el nombre elohim o un sustituto.

3,16-22 Sigue de nuevo el envío y una predicción articulada de los sucesos futuros hasta la salida o éxodo. La profecía estilizada ha de servir para tranquilizar y animar a Moisés. Después deberá compartirla con las autoridades, para presentarse corporativamente al Faraón. En un primer momento este informe no está destinado al pueblo.

Las etapas están estilizadas y condensan el relato detallado de los capítulos siguientes: petición intimación, resistencia del Faraón, castigo de Dios, salida del pueblo enriquecido. El verbo usado para "sacar" es aquí "hacer subir", o sea, del territorio bajo de Egipto al montañoso de Canaán.

3,18 La primera petición -¿táctica?- es un permiso de tres días para una peregrinación cúltica por el desierto. Se usa el nombre de Yhwh.

3,20 El castigo de Dios será herida y prodigio.

3,21-22 Los regalos que se llevan tienen el carácter de compensación por los servicios prestados durante la esclavitud (cfr. Dt 15,13-15); pueden significar también el botín de la victoria, que Dios reparte entre sus tropas. El "despojo de los egipcios" será un tema explotado por los Santos Padres y aplicado a otras culturas.

3,22 Sal 105,37.

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