Moisés y Aarón ante el Faraón
51Después Moisés y Aarón se presentaron al Faraón, y le dijeron:
-Así dice el Señor Dios de Israel: Deja salir a mi pueblo, para que celebre mi fiesta en el desierto.
2Respondió el Faraón:
-¿Quién es el Señor para que tenga que obedecerle dejando marchar a los israelitas? Ni reconozco al Señor ni dejaré marchar a los israelitas.
3Replicaron ellos:
-El Dios de los hebreos nos ha salido al encuentro: tenemos que hacer un viaje de tres jornadas por el desierto para ofrecer sacrificios al Señor, nuestro Dios; de lo contrario, nos herirá con peste o espada.
4El rey de Egipto les dijo:
-¿Por qué, Moisés y Aarón, soliviantáis al pueblo en su trabajo? Volveos a transportar vuestras cargas. 5Ya son más numerosos que los naturales del país, y vosotros queréis que dejen de transportar cargas.
6El mismo día, el Faraón dio órdenes a los capataces y a los inspectores:
7-No volváis a proveerlos de paja para fabricar adobes, como hacíais antes; que vayan ellos a buscarse la paja. 8Pero el cupo de adobes que hacían antes se lo exigiréis sin disminuir nada. Son unos hogazanes, y por eso andan gritnado: Vamos a ofrecer sacrificios a nuestro Dios. 9Imponedles un trabajo pesado y que lo cumplan, y no hagáis caso de sus cuentos.
10Los capataces y los inspectores salieron, y dijeron al pueblo:
-Esto dice el Faraón: No os proveeré de paja; 11id vosotros a buscarla donde la encontréis, y no disminuirá en nada vuestra tarea.
12El pueblo se dispersó por todo el territorio egipcio buscando paja.
13Los capataces les apremiaban:
-Completad vuestro trabajo, la tarea de cada día, como cuando se os daba paja.
14Los capataces golpeaban a los inspectores israelitas que habían nombrado, diciéndoles:
-¿Por qué no completáis hoy vuestro cupo de adobes como antes?
15Entonces, los inspectores israelitas fueron a reclamar al Faraón:
-¿Por qué tratas así a tus siervos? 16Nos exigen que hagamos adobes sin darnos paja; tus siervos se llevan los golpes, pero el culpable es tu pueblo.
17Contestó el Faraón:
-Holgazanes, eso es lo que sois, unos holgazanes; por eso andáis diciendo: Vamos a ofrecer sacrificios al Señor. 18Y ahora a trabajar; paja no se os dará, pero vosotros produciréis vuestro cupo de adobes.
19Los inspectores israelitas se vieron en un aprieto cuando les dijeron que no disminuiría el cupo diario de adobes, 20y encontrando a Moisés y a Aarón, que los esperaban a la salida del palacio del Faraón, 21les dijeron:
-El Señor os examine y os juzgue. Nos habéis hecho odiosos al Faraón y a su corte, le habéis puesto en la mano una espada para que nos mate.
22Moisés volvió al Señor, y le dijo:
-Señor, ¿por qué maltratas a este pueblo? ¿Para qué me has enviado? 23Desde que me presenté al Faraón para hablar en tu nombre, el pueblo es maltratado y tú no has librado a tu pueblo.
Explicación.
5,1-2 Vamos a tomarnos tiempo porque aquí comienza la gran confrontación, que conviene abarcar en su composición épica grandiosa. El canto heroico del capítulo 15 es su conclusión. Confrontación entre el Señor (Yhwh) y el Faraón. Quiere decir que el Señor no desempeña la función de un juez neutral que dirime una causa entre el Faraón y los israelitas. El Señor viene como parte ofendida a querellarse con el Faraón; porque la explotación de su hijo adoptivo la toma como ofensa personal. No que busque en primer término la venganza, el castigo del culpable. Lo que busca es, como un derecho, la libertad del pueblo esclavo: por ella está dispuesto a enfrentarse y a eliminar cualquier obstáculo.
O sea que los contendientes son el Faraón y el Señor. El primero no reconoce la autoridad del segundo. En el plano religioso es lógico: Yhwh no forma parte del panteón egipcio, es divinidad extranjera, no se le reconoce autoridad en los asuntos de Egipto y de la corona. En el plano político el Faraón reafirma su actitud: no está dispuesto a liberar a sus esclavos. Son dos cosas que hay que comprender en su mutua implicación: porque no reconoce a Yhwh, no libera a su pueblo; porque no quiere liberar a los esclavos, no reconoce al Dios que se lo exige. Un Dios liberador de esclavos no tiene sentido en la religiosidad del Faraón.
El Señor se ha presentado exigiendo, dando órdenes, "deja salir". Reconoce a los esclavos como "mi pueblo". La primera petición parece limitada a una peregrinación y pocos días festivos, interrumpiendo el trabajo. Es que la fiesta será celebración de libertad, experiencia del auxilio del Señor.
Pues bien, el Señor demostrará que tiene poder sobre Egipto descargando golpes en serie: propios del lugar o traídos de fuera. Pero avisa antes, invita a escarmentar, distingue.
El Faraón irá cediendo terreno hasta la retirada final. Por medio de Moisés suplicará a ese Dios que no reconocía, después reconocerá su culpa, al fin cumplirá lo exigido y no podrá invalidar la ejecución. En esa confrontación Moisés y Aarón son delegados de Dios, mediadores hacia abajo y hacia arriba.
Estilo. Leído lo que sigue como novela o cuento, puede resultar monótono por la semejanza de sus episodios. En clave épica, la repetición con sus curvas y pausas, es convincente. Entres sus procedimientos destaco: las palabras y sintagmas conductores, los motivos reiterados, el esquema numérico (éste lo expondré al comenzar las plagas, 8,14). Las palabras reiteradas más importantes son los verbos "salir" y "soltar", "herir o golpear" en formas y construcciones diversas. Su significado se especifica por el contexto de connotación de emancipación, manjmisión. Entre los sintagmas se destaca "poner-se terco".
5,3 Amenaza indirecta: el Faraón se expone a perder su mano de obra. Aunque no reconozca la autoridad de ese Dios en asuntos egipcios, no puede negarla en asuntos hebreos.
5,3-23 Este capítulo es una descripción magistral y concisa de una política tiránica en sus diversas actitudes y recursos. La finalidad política y económica es disponer de mano de obra de balde y mantener sometidos a los extranjeros. Un recursos es nombrar cuadros o capataces hebreos: de ese modo los obreros descargan su rencor sobre sus paisanos inmediatamente superiores, y éstos, por miedo a los superiores egipcios, ejercen una supervisión inexorable. Cuando los obreros directa o indirectamente protestan, se reprime el descontento endureciendo las condiciones de trabajo (compárese con la ocasión del cisma en 1 Re 12). La raíz hebrea de "ladrillo" se repite siete veces. Las fiestas religiosas que apartan del trabajo se declaran veleidades de la hogazanería; es claro que no son productivas; aparte de que esas fiestas pueden reforzar vínculos de solidaridad, conciencia de ser explotados: "soliviantan al pueblo". Consecuencias de esa política son: dividir y enemistar a la población hebrea, desacreditar a sus jefes, que han empeorado la situación, considerar deseable la situación anterior, comparada con la presente.
5,4-5 El mismo argumento que en 1,9: el crecimiento demográfico.
5,15-16 Aunque sea en defensa propia, éste es un acto valiente. Especialmente porque echa la culpa al pueblo egipcio o al Faraón, según otra lectura del texto hebreo.
5,20-23 Al fallar la negociación con el soberano, los capataces echan la culpa a Moisés y éste se la echa a Dios. Según ellos Moisés ha dado al Faraón una justificación o un pretexto para dictar sentencias de muerte contra los hebreos.
La queja de Moisés (cfr. Nm 11,11) es que él ha cumplido todas las instrucciones recibidas mientras que el Señor no ha cumplido las promesas dadas. Él ha hablado "en nombre del Señor", éste no ha liberado al pueblo. La queja sirve como conclusión del capítulo y a la vez para introducir la nueva intervención divina.
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