domingo, 13 de marzo de 2016

ÉXODO. CAPÍTULO 34.

Nueva alianza. Pasa la gloria

341El Señor ordenó a Moisés:
-Lábrate dos losas de piedra como las primeras: yo escribiré en ellas los mandamientos que había en las primeras, las que tú rompiste. 2Prepárate para mañana, sube al amanecer al monte Sinaí y espérame allí, en la cima del monte. 3Que nadie suba contigo ni asome nadie en todo el monte, ni siquiera las ovejas y vacas pastarán en la ladera del monte.
4Moisés labró dos losas de piedra como las primeras, madrugó y subió al amanecer al monte Sinaí, según la orden del Señor, llevando en la mano dos losas de piedra. 5El Señor bajó en la nube y se quedó con él allí, y Moisés pronunció el nombre del Señor.
6El Señor pasó ante él proclamando: el Señor, el Señor, el Dios compasivo y clemente, paciente, misericordioso u fiel, 7que conserva la misericordia hasta la milésima generación, que perdona culpas, delitos y pecados, aunque no deja impune y castiga la culpa de los padres en los hijos, nietos y bisnietos.
8Moisés, al momento, se inclinó y se echó por tierra. 9Y le dijo:
-Si gozo de tu favor, venga mi Señor con nosotros, aunque seamos un pueblo testarudo; perdona nuestras culpas y pecados y tómanos como heredad tuya.
10Respondió el Señor:
-Yo voy a hacer un pacto. En presencia de tu pueblo haré maravillas como no se han hecho en ningún país ni nación; así, todo el pueblo que te rodea verá la obra impresionante que el Señor va a realizar contigo. 11Cumple lo que yo te mando hoy, y te quitaré de delante a amorreos, cananeos, hititas, fereceos, heveos y jebuseos. 12No hagas alianza con los habitantes del país donde vas a entrar, porque sería un lazo para ti. 13Derribarás sus altares, destrozarás sus estelas, talarás sus árboles sagrados.

Nuevo decálogo (Ex 20; Dt 5)

14<<No te postres ante dioses extraños, porque el Señor se llama Dios celoso, y lo es. 15No hagas alianza con los habitantes del país, porque se prostituyen con sus dioses, y cuando les ofrezcan sacrificios te invitarán a comer de las víctimas. 16Ni tomes a sus hijas por mujeres para tus hijos, pues cuando sus hijas se prostituyan con sus dioses, prostituirán a tus hijos con sus dioses.
17>>No te hagas estatuas de dioses. 18Guarda la fiesta de los ázimos: comerás ázimos durante siete días por la fiesta del mes de abril, según te mandé, porque en ese mes saliste de Egipto. 19Todas las primeras crías machos de tu ganado me pertenecen, sean terneros o corderos. 20La primera cría del borrico la rescatarás con un cordero, y si no la rescatas, la desnucarás. A tu primogénito lo rescatarás, y nadie se presentará ante mí con las manos vacías.
21>>Seis días trabajarás y al séptimo descansarás; durante la siembra y la siega descansarás. 22Celebra la fiesta de las semanas al comenzar la siega del trigo y la fiesta de la cosecha al terminar el año. 23Tres veces al año se presentarán todos los varones al Señor, Dios de Israel. 24Cuando desposea a las naciones a tu llegada y ensanche tus fronteras, si subes a visitar al Señor, tu Dios, tres veces al año, nadie codiciará tu tierra.
25>>´No ofrezcas nada fermentado con la sangre de mis víctimas. De la víctima de la Pascua no quedará nada para el día siguiente. 26Ofrece en el templo del Señor, tu Dios, las primicias de tus tierras. No cocerás el cabrito en la leche de la madre>>.
27El Señor dijo a Moisés:
-Escríbete estos mandatos. A tenor de estos mandatos hago alianza contigo y con Israel.
28Moisés pasó allí con el Señor cuarenta días con sus cuarenta noches: no comió pan ni bebió agua, y escribió en las losas las cláusulas del pacto, los diez mandamientos.

La gloria de Moisés. (2 Cor 3-4)


29Cuando Moisés bajó del monte Sinaí llevaba las dos losas de la alianza en la mano; no sabía que tenía radiante la cara de haber hablado con el Señor. 30Pero Aarón y todos los israelitas vieron a Moisés con la cara radiante, y no se atrevieron a acercarse a él. 31Cuando Moisés los llamó, se acercaron Aarón y los jefes de la comunidad, y Moisés les habló. 32Después se acercaron todos los israelitas, y Moisés les comunicó las órdenes que el Señor le había dado en el monte Sinaí. 33Y cuando terminó de hablar con ellos, se echó un velo por la cara.
34Cuando Moisés acudía al Señor para hablar con él, se quitaba el velo hasta la salida. Cuando salía, comunicaba a los israelitas lo que le habían mandado. 35Los israelitas veían la cara radiante, y Moisés se volvía a echar el velo por la cara, hasta que volvía a hablar con Dios.

Explicación.

34,1-5a.9b-13.14-29 Empieza la renovación de la alianza quebrantada, a la que pertenecen (1-5a). Tres elementos sirven de enlace con lo anterior: la actitud del pueblo, 3 (19,12), la intercesión por el pecado, 9 (32,7-14), las losas escritas, rotas y reemplazadas, 4.28 (32,19). La subida y bajada de Moisés enmarcan toda la narración de la alianza en el Sinaí. No se menciona un rito; quizá se da por sabido.

34,1-5a Los nuevos mandatos no coinciden plenamente con los anteriores de 20 y 23,14-19; los suponen. Esta vez Moisés ha de fabricar las losas y el Señor escribirá de nuevo. No acude a la tienda del encuentro, sino que sube de nuevo a la montaña.

34,5b-8 Al desplazar aquí estos versos, se los hace desempeñar la función de teofanía introductoria de la alianza. Pero el texto desborda dicha función. Habla Dios mismo, pronunciando un texto litúrgico, síntesis de revelación. (Paralelos: Sal 86,15; 103,8; 145,8; Jl 2,13; Jon 1,14; Neh 9,17; etc).

Moisés escucha la voz de Dios, que se presenta por su nombre y enuncia sus cualidades. Al final verá un dorso que se aleja: es la revelación del misterio. Forma que elude su rostro, cercanía ofrecida en el alejarse, siempre incitante e inalcanzable. "A Dios nadie lo ha visto nunca" (Jn 1,18). Debe compararse con la lucha de Jacob (Gn 32) y la visión de Elías en el Horeb (1 Re 19): tres grandes símbolos del ansia humana por penetrar el misterio de Dios.

El Señor describe para Moisés, para el hombre su modo de ser y actuar. No menciona aquí la omnipotencia ni la omnisciencia, tampoco la justicia. Menciona cualidades que engloban y superan la relación de alianza. Por pura misericordia accede el Señor a renovar una alianza quebrada por la otra parte. Los capítulos 19-20 necesitan estos tres versos.

34,9 La intercesión de Moisés sirve para preparar la alianza: la desea y acepta por adelantado, "tómanos como heredad tuya".

34,12 Dt 7,1-6.

34,11-13.15-16 El primer mandato engloba todos los demás; se desarrolla en forma parenética (cfr. Dt 7). El contexto de la entrada en una tierra habitada condiciona este grupo de prohibiciones. La alianza religiosa con el Señor excluye toda alianza política o familiar con los habitantes de Canaán. Emparentar y convivir pacíficamente con esos habitantes sería peligro insuperable de quebrantar el primer mandamiento. Los israelitas caerían en la idolatría, que es una manera de prostitución o infidelidad al Señor.

34,14.17-26 La cuenta  de los mandamientos es dudosa. El primero y segundo (14 y 17) son repetición del decálogo: imponen un culto al Señor exclusivo y sin imágenes. Tercero y cuarto (18-20): ázimos y primogénitos; quinto (21) el sábado en una cultura agraria; sexto (22-24) fiestas anuales; séptimo y octavo (25): la pascua separada de los ázimos; nono y décimo (26-27) ofrendas y primicias.

34,29-35 Moisés se ha expuesto a la luminosidad esplendente, la gloria del Señor, y la luz lo ha transfigurado sin que él se dé cuenta. Su rostro se ha vuelto luminoso, con luz reflejada. En esa radiación luminosa reconocen los israelitas un reflejo de la gloria del Señor. Todo lo que él dice es resonancia de Dios, del mismo modo que su luminosidad es reflejo de Dios. El esplendor es como un halo que enmarca el oráculo y al mediador. Ese fenómeno se repetirá, no ya en la montaña, sino en la tienda del encuentro. Véanse Sal 34,6, invitación a toda la comunidad, y la aplicación al apóstol de 2 Cor 3,7-18; 4,1-4.

Esta sección clausura la última bajada del Sinaí y todas las otras.



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